Lentas pero seguras es el, hasta ahora, último montaje del grupo, en la que se pretende analizar "a la mujer contemporánea desde una perspectiva inteligente, crítica y constructiva. Un espectáculo amable, divertido y optimista", tal y como se dice en la sinopsis de la obra. Lo cierto es que visto el montaje y comentado con espectadoras contemporáneas, es francamente difícil reconocer en cualquiera de los tres estereotipos a la mujer de hoy.
Tres mujeres atrapadas en diferentes adicciones. Una (inevitable acordarse de Ana Obregón) adicta a la belleza, imagen del estereotipo de rubia de bote y la inteligencia ahogada en el tinte; la segunda, viuda y enganchada a la limpieza compulsiva del hogar; mientras que la tercera es una mujer empeñada en triunfar antes de los 30, que después de dos matrimonios descubre que es lesbiana (aunque lo mismo podría haber descubierto su afición al fútbol, por decir algo) y es adicta al trabajo.
Se sigue un esquema que ya es marca de la casa del grupo, y que termina por hacerse muy visto, con aires de musical a ratos, eso sí con una adecuada selección musical, pero que no termina de encajar bien en el desarrollo de una historia que va con una deriva que no sabemos a donde conduce.
El caso es que la Obra Social y Cultural de Cajastur se ha subido al carro de las representaciones de teatro en asturiano. En principio nada que objetar a que se utilice nuestra lengua para hacer teatro, pero sí que se use única y exclusivamente para levantar la fácil carcajada de un público que, por oscuras razones, parece encontrar tremendamente divertido que alguien hable en asturiano encima de un escenario. Para seguir con unas historias absolutamente rancias que se empeñan en hablar de una Asturias que ya no existe, con la que ya no nos identificamos la mayoría de los asturianos (afirmación que me pueden contrarrestar diciendo, y es verdad, que las representaciones en asturiano tienen un enorme éxito de público, pero sin tener en cuenta la avanzada edad del mismo). Una Asturias eminentemente rural, ganadera, atrasada, que se retrata con un romanticismo y unos tintes nostálgicos que poco tienen que ver con una realidad mucho más dura y difícil. El mensaje de fondo es que cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando ya sabemos que eso no sólo no es verdad, sino que además es mentira.
Porque los grupos que en Asturias representan obras en asturiano, no ponen en pie algunas de los textos interesantes que están escritos en nuestra lengua, y la degradan dando a entender que es una lengua de campesinos y sólo apta para hablar del ganado, en una actitud que no le hace ningún favor ni al teatro ni a la lengua.
Así, Cajastur programa títulos totalmente prescindibles como Entós… ¿hay tratu?, Un besu por un quesu, Los amores de Ximielga, o De piescos y escayos; títulos suficientemente explícitos para necesitar más comentario. Junto a eso hay otros títulos que se desmarcan de esa tendencia (ni es teatro costumbrista, ni es en asturianoa) como El florido pensil, de Teatro Contraste de Villaviciosa, o Federico, del grupo Kumen, entre algún otro. En todos los casos se trata de grupos de teatro aficionado.
Esperemos que este no sea el principio del deslizamiento de esta entidad bancaria que, por otro lado organiza la programación cultural de teatro, música y cine, junto con el Ayuntamiento de Gijón, más interesante de Asturias, por los terrenos procelosos de un teatro sin interés y que ya no sirve para el siglo XXI, aparte de sus aspectos etnográficos.
Te voy a dar la razón por esta vez, sin que sirva de precedente.
ResponderEliminarHola Pucha. Me acabo de llevar una más que grata sorpresa al ver que te has manifestado. Creo que en cuestiones teatrales no tenemos grandes discrepancias, pero de todos modos, celebro la coincidencia.
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