Macrino.- ¿Verdad que éste es un sitio diferente? Cuando lo descubrí... No encuentro la palabra. Me... No sé... Decidí quedarme para siempre.
Jeremías.- ¿De dónde venía?
Macrino.- Del dolor... (Duda) O de la alegría... Era algo muy intenso.
Macrino.- La concentración molecular de las palabras, su identidad, es mucho mayor de lo que la gente imagina. Mire, las palabras crearon a las personas por pura necesidad. Deseaban resonar, vibrar en diferentes tonos e intensidades. ¿Qué iban a hacer si no? ¿Cómo se iban a realizar en la dimensión del silencio? (Tras una pausa) Sí, las palabras nos inventaron.
Jeremías.- (Retomando interés) ¿De verdad?
Macrino.- Sí (Pausa) Pero están arrepentidas. (Ensimismado) Porque las palabras ignoraban su capacidad de alumbrar ideas. Y las ideas configuran un mundo... que es bastante repugnante.
La orquesta sólo toca para mí es una obra de Juan Carlos Ordoñez.
Jeremías.- ¿De dónde venía?
Macrino.- Del dolor... (Duda) O de la alegría... Era algo muy intenso.
Macrino.- La concentración molecular de las palabras, su identidad, es mucho mayor de lo que la gente imagina. Mire, las palabras crearon a las personas por pura necesidad. Deseaban resonar, vibrar en diferentes tonos e intensidades. ¿Qué iban a hacer si no? ¿Cómo se iban a realizar en la dimensión del silencio? (Tras una pausa) Sí, las palabras nos inventaron.
Jeremías.- (Retomando interés) ¿De verdad?
Macrino.- Sí (Pausa) Pero están arrepentidas. (Ensimismado) Porque las palabras ignoraban su capacidad de alumbrar ideas. Y las ideas configuran un mundo... que es bastante repugnante.
La orquesta sólo toca para mí es una obra de Juan Carlos Ordoñez.
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